Capítulo 28

Las vacaciones de verano habían terminado y eso solo significaba una cosa: primer día de clase. Era hora de empezar segundo con ganas y motivación. Había terminado primero sin problemas gracias al esfuerzo, pero teniendo en cuenta que todo el mundo me había dicho que Química era muy difícil, estaba más que contento con el resultado.

La verdad es que tenía ganas de comenzar y reencontrarme con algunos compañeros a los que no había visto en todo el verano por unas cosas u otras.

Caminaba tranquilamente hacia la universidad con la mochila negra sobre un hombro, el mp4 enchufado y tronando a todo volumen “Rape me”, de Nirvana, cuando sentí que alguien me daba un par de golpecitos en el hombro. Al girarme, me encontré cara a cara con una chica de cara sonriente, pelo negro y corto y vestida con unos shorts y una camiseta de tirantes. Detrás suya, había otra chica más bajita, rubia y con un vestido blanco con flores rosas. Irene y Nerea eran las dos chicas con las que mejor me llevaba y mis compañeras de grupo para realizar las prácticas y trabajos.

Me quité los cascos y apagué el mp4, guardándolo en la mochila.

-         ¡Marieteeeeeeeeeeee! Te hemos echado mucho de menos este verano, ¿sabes? Deberías haberte venido con nosotras a la playa – dijo Irene, dándome un fuerte abrazo.

-         Ligamos con unos morenazos que estaban... – añadió Nerea lanzándose contra nosotros.

Solté una carcajada.

-         No creo que vuestros morenos hubieran estado interesados en mí – respondí devolviéndoles el abrazo.

-         Bah, bah, tonterías... ¡Con lo mono que eres habrías triunfado seguro! – dijo Irene sonriendo – Bueno, cuéntanos, ¿qué tal todo? ¿Ha habido algún avance con tu querido amigo?

Fruncí el ceño. Era cierto... Carlos. ¿Cuánto hacía que no le veía? Desde... aquel día en el que Marco le bajó los humos, ¿verdad? Desde entonces no había sabido nada de él. Me sentí un poco culpable por haberle olvidado de esa manera, pero Carlos tampoco había dado su brazo a torcer y era él quien debía disculparse.

-         Pues... con Carlos... mal, creo – eso hizo que las dos chicas torcieran el gesto y me miraran con penilla – Pero, en realidad, no importa porque...

-         ¡Vaya, vaya, vaya! ¡Mira quién está aquí! Si es el gran y desaparecido Mariete – dijo una voz desde detrás de mí.

Un chico más alto que yo, de pelo rubio, ojos azules y expresión agradable y simpática entró en mi campo de visión, ya que no podía moverme porque Irene y Nerea seguían enganchadas de mí. Javi nos miró con una enorme sonrisa y abrazó a las dos chicas por detrás.

-         Pero si también están nuestras queridas musas, Nerea e Irene. ¿Qué tal, princesas?

Javi era el otro integrante de nuestro grupo de trabajo. Nos iba bien juntos, trabajábamos sin problemas y con rapidez. Estaba feliz con el grupo que me había tocado y eso era bastante, ya que muy pocos estaban conformes.

-         Bien, bien, Javichi – respondió Nerea - ¿Y tú qué? ¿Has roto muchos corazones este verano?

-         Aaaah... no me digas eso, pequeña y dulce Nerea. Sabes que soy incapaz de romperle el corazón a nadie... No soy esa clase de chico – respondió Javi de forma solemne.

Las dos chicas, por fin, se separaron de mí y se quedaron agarradas al rubio, que me miró de arriba abajo con una sonrisa, fijándose en mi conocida camiseta de Bob Esponja y mis piratas verdes.

-         Veo que no has cambiado ni un poco, Mariete. Eso está bien, que seas tú, el Mariete al que todos queremos en clase.

Sacudí la cabeza. Javi siempre estaba diciendo ese tipo de tonterías. Era un chico muy adulador y dicharachero.

-         Déjate de chorradas – respondí con una sonrisa y echando a andar.

-         ¡Ooooh! No me había fijado antes, pero... – Javi se separó de las chicas y se acercó a mí. Me miró como si estuviera inspeccionándome – tienes la piel realmente brillante. La tienes más bonita que nunca. ¿Qué has estado haciendo este verano? ¿Eh, bribonzuelo?  - dijo a modo de coña.

Mi cara debió decirles a los tres que había pasado algo de verdad, pues se quedaron mirándome con curiosidad.

-         Oins, oins, oins, ¿qué es lo que ha pasado, Mariete? – preguntó Irene sonriendo ampliamente.

-         Nada, simplemente...

-         ¡No nos digas más! – interrumpió Javi.

¿Más? Pero si no me había dejado decir nada... El rubio se llevó una mano a la barbilla y frunció el ceño.

-         Nuestro pequeño Mario ya es todo un hombre. Tiene pareja... ¿verdad?

Asentí despacio, sintiendo la atenta mirada de los tres. Irene y Nerea soltaron una exclamación de alegría y se pusieron a dar saltitos.

-         ¡Cuéntanos! ¡Cuéntanos! ¿Quién es? Antes has dicho que con Carlos te ha ido mal...

-         Bueno... está claro que no estoy saliendo con Carlos – dije rascándome la cabeza – Es un chico al que conocí este verano. Se llama Marco y es... genial.

-         Ooooh, mírale, se está sonrojando. Eres tan adorable, jopetas – dijo Nerea abrazándome otra vez.

-         Vas a tener que presentarnos a tu Marco algún día, lo sabes, ¿no? – apuntó Irene.

-         Claro – respondí alegremente.

Los tres echamos a andar de nuevo y me sentí presionado por las interminables preguntas de las dos chicas sobre cómo nos habíamos conocido, cómo habíamos empezado a salir y, bueno, de Marco en general. Ninguno de nosotros se percató de que Javi se había quedado rezagado. Ninguno se percató de la mirada que nos lanzó o de su puño apretado que, finalmente, relajó para acercarse a nosotros.