lunes, 30 de marzo de 2015

Capítulo 35

Por algún motivo, me sentí realmente culpable al colgar el móvil. Suspiré y lo dejé sobre la mesa. Sabía que Marco tenía ganas de verme, al igual que yo estaba deseando verle a él, pero no podía hacer nada ya que los trabajos y los exámenes me tenían estresado y ocupado casi 24 horas al día, los siete días de la semana. Bajé la cabeza hasta apoyar la frente en la mesa, suspirando de nuevo. Tenía la sensación de que tenía que “arreglar” aquello de algún modo, así que tomé la decisión de ir a verle en cuanto terminara con lo que estaba haciendo en ese momento.

Estaba fantaseando sobre la sorpresa que le daría al aparecer en su casa, cuando unos golpecitos en la cabeza me llamaron la atención. La alcé y enfoqué la mirada, a través de las gafas, en la cara de Javi, que me miraba con el ceño fruncido.

             –      ¿Estás bien? – preguntó con cierta preocupación.

             –      ¿Eh? Sí, claro… - me llevé una mano a la cabeza, pasándola por el pelo negro que estaba más largo de lo que me gustaba llevarlo. Estaba tan ocupado con la universidad que no tenía tiempo ni para cortarlo.

               –      ¿De verdad? No lo parece – el otro chico arrastró su silla hasta ponerla junto a la mía y poder mirarme desde más cerca.

Incómodo al tenerle a tan poca distancia, desvié la vista, clavándola en el ordenador que tenía frente a mí. No sabía si debía contarle algo como eso a Javi, ya que él no tenía nada que ver con el asunto y ni siquiera conocía a Marco. La persona ideal para hablarlo sería Alexa, pero no podía molestarla por algo así, ¿verdad? Pensaría que era idiota y con pensarlo él mismo ya tenía suficiente.

                 –      Va, venga, cuéntamelo, Mariete. Lo estás deseando.

El dedo del rubio me dio varios golpecitos en la mejilla, por lo que le miré de reojo y le sujeté la mano para que se estuviera quieto. Supuse que no tenía más remedio que contárselo; de otra manera, seguro que no me dejaría en paz en lo que quedaba de tarde y realmente necesitábamos terminar con esa parte del trabajo lo más rápidamente posible.

                 –      Ya te he dicho que no es nada. Solo… - no tenía muy claro cómo contárselo y no parecer imbécil – Hace días que no veo a Marco por culpa de estudiar y los dichosos trabajos que no mandan.

                 –      ¿Y le echas de menos? – la pregunta fue hecha con un tonillo lastimero, como si mi compañero lo sintiera por mí.

                 –      Sí, eso también, pero me siento… no sé cómo decirlo… ¿Culpable? Sí, supongo que esa es la palabra. Me siento culpable por no poder verle y hacerle esperar.

A mi “confesión” le siguió un profundo silencio que me obligó a mirar de nuevo hacia el lado para ver que Javi me observaba con una expresión que no sabría muy bien cómo describir. Tenía que admitir que el chico era muy simpático y trabajaba muy bien, pero a veces era de un rarito que era imposible de entender.

                –      ¿Él te ha dicho algo? – inquirió de repente.

                –      ¿Algo de qué? – pregunté sin saber por dónde iban los tiros en ese momento.

Un suspiro, esta vez de él, precedió a su aclaración.

                –      Que si te ha dicho algo para hacerte sentir culpable. Ya sabes. “Es que no haces más que estudiar, hazme casito” o algo de ese estilo.

No pude contener una carcajada al escuchar el retintín con el que había soltado aquello. Eso, sumado a que era incapaz de imaginarme a Marco diciéndolo de esa manera, me hacía imposible parar de reír. Cuando al fin lo conseguí, me limpié las lagrimillas tras las gafas y sacudí la cabeza como si todo el asunto fuera una tontería.

                –      No, no me ha dicho nada de eso. Entiende que no hago esto por gusto, sino porque tengo que hacerlo, así que el problema es enteramente mío, supongo.

De nuevo, otra de aquellas miraditas que no sabía interpretar, por lo que no supe qué decir a continuación y él tampoco dijo nada. Cansado del incómodo silencio que duró unos cuantos segundos de más, le di una palmaditas en la espalda y le dediqué una sonrisa.

               –       Gracias por preocuparte, Javi, de verdad. Pero estoy bien, así que vamos a terminar con esto por hoy, ¿de acuerdo?

La tarea nos llevó un poco más de lo que había esperado, pero, por fin, pude marcharme de casa de Javi, a pesar de los intentos de éste porque me quedara a tomar algo. En otras circunstancias, lo habría hecho, pero las ganas de ver a mi chico superaban todo lo demás.

Le había dicho que le llamaría, pero tal y como había decidido por la tarde, prefería ir a verle a su casa, rezando porque estuviera allí y no hubiera salido.

Para cuando llegué a su portal, la noche había caído y las farolas estaban encendidas. No podría quedarme mucho tiempo, ya que tenía clase al día siguiente, pero cualquier ratito era suficiente para quitarme el mono de Marco.

Nervioso, llamé al telefonillo y esperé pacientemente a que respondiera alguien. Llamé de nuevo al no obtener respuesta y estaba a punto de irme, desilusionado, cuando por fin descolgaron.

                   –      ¿Sí?

Era la voz de Marco, por lo que sonreír de oreja a oreja, contento porque estuviera en casa.

                  –      Soy yo, Mario. Puedes bajar o abrirme la puerta para que suba yo. Tú eliges.


No había terminado ni de decir las palabras cuando el sonido que indicaba que podía abrir la puerta comenzó a sonar. Soltando una pequeña carcajada, empujé y entro dentro, subiendo los escalones de dos en dos hasta el piso en el que vivía. No tuve que llamar al timbre pues Marco había salido de su casa para recibirme con un fuerte abrazo. Se lo devolví de buena gana antes de que tirara de mí para meterme en el interior del piso y cerrar la puerta contra la que me apoyó antes de empezar a besarme como si fuera lo último que haría en la vida. Aún tenía que acostumbrarme a su lado ansioso, pero no podía negar que me encantaba.


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¡Aquí Jewel al habla! Siento mucho haber tardado como dos años en actualizar esto, pero han pasado muchas cosas y me daba pereza y todo eso... No sé cuántos de vosotros me vais a seguir leyendo, pero ahora que planeo seguir con esta historia, espero que sigáis por aquí >.<


Gracias por vuestra paciencia~