El cálido pecho de Marco le dio la bienvenida a mis labios
con un pequeño estremecimiento que me animó a seguir. Una de sus manos se movió
hasta detenerse sobre mi cabeza, donde agarró mi pelo, mientras la otra se
deslizaba por mi espalda hasta llegar a mi trasero. Metió la mano en el
bolsillo y apretó con la suficiente fuerza como para hacerme soltar una
exclamación.
-
Perdón – murmuró él con una pequeña sonrisa – Es que estoy un
poco ansioso y.. ¿te he dicho alguna vez que tienes un culito muy mono? –
enfatizó sus palabras con otro pequeño apretón – Me vuelve complemente loco.
-
Has dicho que podía hacer lo que yo quiera... ¡no interrumpas!
-
Lo siento, lo siento... Pero es que te veo ahí, sentado encima
de mí y... mi mente olvida todo lo relacionado con pensar en algo que no sea
tumbarte de espaldas y...
Tapé la boca de Marco con mi mano y le miré con el ceño
fruncido. Si seguía diciendo todas esas cosas, mi cabeza también volaría lejos
de allí y, realmente, quería hacer esto. Quería hacer que Marco se sintiera
bien, que disfrutara igual que yo disfrutaba al tocarle. Quería devolverle el
“regalo” que me había dado el otro día.
-
¡Calla ya!
-
Vale, pero espera...
Marco giró parcialmente su cuerpo y estiró el brazo para
alcanzar la mesita. Abrió el cajón como pudo y metió la mano en el interior. Al
sacarla, dejó un bote de lubricante y un par de condones sobre la cama, para
luego volverse a colocar boca arriba. Torcí el gesto al ver los objetos, ya que
a mí se me habían olvidado por completo. El lubricante parecía estar entero y
suspiré aliviado. No usaría las sobras dejadas por el anterior chico que había
ocupado el sitio que estaba ocupando yo ahora mismo.
Sacudí la cabeza para deshacerme esos pensamientos. No era
el momento adecuado para ponerme a dar vueltas a ese tema.
-
Eh... no te disperses. Te quiero aquí, conmigo, no en la Luna
– la voz de Marco ayudó a despejar mi mente al tiempo que su mano acariciaba mi
mejilla.
-
¿Puedo seguir ya? – pregunté.
-
¿Me dejas desnudarte primero? – Marco se mordió el labio – No
puedo esperar para tenerte desnudo encima de mí.
Asentí, un poco avergonzado ante la mirada que me dedicó.
Esos ojos grises parecían decirme que, en el mismo momento en el que me
descuidara, me devoraría.
Sin perder ni un segundo, Marco se incorporó en la cama y
comenzó a quitarme la ropa. Primero la camiseta, que terminó echa un bulto
sobre la silla de escritorio que había a un lado. Los pantalones y la ropa
interior no tardaron en sufrir el mismo destino. Una vez que estuve completamente
desnudo, sentado a horcajadas sobre él, comenzó a besarme como si estuviera
muerto de sed y mi boca fuera lo único que tuviera para beber. Como siempre,
una de sus manos fue a parar a mi trasero, que masajeó y apretó a su gusto,
mientras la otra... acariciaba con suavidad mi entrepierna. Dejé escapar un
pequeño gemido que se perdió contra los labios de Marco cuando sentí sus dedos
rodeando mi erección.
Sin querer dejarle el control de la situación, le empujé por
los hombros, obligándole a recostarse sobre el colchón. Marco separó nuestros
labios y me miró interrogante. Sin dirigirle ni una sola palabra, me incliné
sobre él y comencé a besarle de nuevo, pero, esta vez, era yo quien llevaba las
riendas del beso, quien lo controlaba. Y he de decir que a él pareció gustarle,
porque la respuesta de su cuerpo fue más que obvia. Su miembro duro se había
puesto todavía más duro y podía sentirlo presionando contra sus pantalones,
debajo de mí. Sin separar nuestras bocas, le desabroché la bragueta de los
vaqueros y los deslicé por sus piernas como pude, para luego colar mi mano
dentro de sus boxer.
Era la primera vez que tocaba a Marco de esta manera. Bueno,
vale, era la primera vez que tocaba otra que no fuera la mía. Él reaccionó en
el mismo momento en el que mis dedos entraron en contacto con su erección. Un
jadeo ronco pareció atascarse en su garganta y su espalda se arqueó
ligeramente. La sensación de saber que era yo quien le estaba proporcionando
ese placer hizo que se me hinchara el pecho de orgullo. Alejé mi cara unos
centímetros de la suya para mirarle. Pude ver pequeñas gotas de sudor brillaban
como perlitas en su frente.
Me incorporé y me deslicé un poco más hacia abajo sobre su
cuerpo, desde donde pude terminar de desvestirle con facilidad. La ropa de
Marco, terminó con la mía, olvidada sobre la silla.
Le miré detenidamente, para grabarme su figura en la mente.
Desnudo, se acentuaba todavía más su delgadez. La clavícula se le marcaba
muchísimo y los huesos de la pelvis resaltaban bajo su blanca piel. Era la
primera vez que se me pasaba por la mente la idea de que un tío tan
extremadamente delgado pudiera resultar atractivo, pero eso era exactamente lo
que pensaba de él. Marco era... perfecto. La palidez de su piel, sus pezones
rosados y la entrepierna que se elevaba orgullosamente sobre su cuerpo. Todo.
Sentí los ojos de Marco clavados en mí, esperando
ansiosamente mi próximo movimiento. Para no defraudarle, me incliné sobre él y
di un pequeño lametón a su erección, provocando que un ligero gemido saliera de
sus labios.
-
Más – jadeó.
Dispuesto a concederle todo lo que pidiera, rodeé su miembro
con mis labios. Pude sentir en mi lengua el calor que emanaba del increíble
cuerpo de Marco. Comencé a deslizar mi boca sobre toda su longitud con
movimientos torpes al principio, pero que, poco a poco, ganaron confianza y
firmeza. Atento a los gemidos que dejaba escapar, pude hacerme una idea
bastante aproximada de lo que parecía gustarle más y lo que menos.
Tan concentrado estaba en la tarea que estaba llevando a
cabo, que no me percaté de que Marco había cogido el bote de lubricante,
vertiendo un poco del contenido en su mano. No me percaté, claro, hasta el
momento en el que sentí esa misma mano y el suave gel, que parecía estar a
temperaturas glaciales en comparación con la temperatura de mi cuerpo, sobre mi
trasero.
Levanté la cabeza con un respingo y miré a Marco. Él me
dedicó una sonrisa de oreja a oreja.
-
Relájate, Mario – dijo sin perder la sonrisa.
EL DECIDIDOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOR JAJAJAJAJA. Vale, vale, al grano...
ResponderEliminar*I carraspea. Me llena de placer y gozo haber sido testigo del primer contacto entre esta peculiar pareja de honorable masculinidad.
Vamos, que me ha "molao" un "puñao" esto que hacen, la ingenuidad de Mario, la decisión de Marco, el bote de "lubricando"... todo. xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
Y a ver si encestan ya porque... xDDDDDDDDDDDDDDDDDD
Lo del DECIDIDOOOOOOOOOOOOR ha sido buenísimo xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD Mario tomando el control MUAHAHAHAHAAHAHAHA
EliminarNo ha sido el primer contacto, jopetas. Marco ya tocó pene en el capítulo 18 xDDDDDDDDDDDD
Me alegro, porque mira que me ha costado escribirlo... Horas de increíble y sudoroso esfuerzo... xDDDDDDDDDDDDDDDD
Dios, lo del "Habí cogido el bote de lubricando" me ha matado... ha sido verlo al revisar y... O.o
JAJAJAJAJAJA, sí, su polvo será más largo que la obra de El Escorial, te lo he dicho xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD Pero en el próximo ya habrá temita del bueno 8)
genialllllllll *o* siguee...
ResponderEliminar¡Muchas gracias! *.*
EliminarEn cuanto pueda seguiré ^^