Todo esto debía ser un sueño. Tenía que serlo. Iba caminando
de la mano con Mario en dirección a su casa. Me había sorprendido que me
invitara a ir, pero no me habían hecho falta ni dos segundos para responder
afirmativamente. Sabía que Mario no tenía en mente nada con connotaciones
sexuales ni nada por el estilo, él solo me había invitado para no estar en el
parque dándonos el lote como quinceañeros hormonados.
La verdad es que cuando comencé a interesarme por él, nunca
me había imaginado que esto pasaría. Siendo sincero... los planes de Alexa,
aunque con la mejor de las intenciones, pocas veces daban resultado. Sonreí
levemente al recordar lo último que me había dicho, el último plan que me había
sugerido: simplemente, pedir perdón. Tenía que acordarme de darle las gracias
la próxima vez que la viera.
Miré a Mario que caminaba despacio a mi lado, su mano sudaba
ligeramente y se mordía el labio inferior con nerviosismo. Bien, pues no era el
único que estaba nervioso. Con la mano libre, me rasqué la cabeza, dándome
cuenta de que era bastante más bajito que yo. No era raro, casi todo el mundo
era más bajito que yo. Pero él tenía los hombros un poco más anchos y una
cintura delgada. Yo era delgado entero. Las diferencias eran más notables ahora
que estábamos uno al lado del otro, pero no importaban para nada.
-
Bueno... ¿y a qué te dedicas? Sigo sin saber apenas nada de ti
– preguntó Mario de repente.
-
Trabajo en la tienda de artículos de Rock y demás de la Calle
Mayor, ¿la conoces?
Él asintió.
-
Aunque no he entrado nunca...
-
¡Pues a partir de ahora lo harás! ¡Solo para visitarme! – dije
sonriendo.
Mario soltó una pequeña carcajada.
-
Vale, vale...
-
Así me gusta. ¿Y tú? ¿A qué te dedicas?
-
Estoy en la uni, haciendo Química. Bueno, ahora estoy de vacaciones,
pero... eso. Y por las tardes y fines de semana, trabajo en una tienda de ropa
en el centro comercial en el que nos vimos, pero hoy es mi día libre.
-
¡Wow! Qué chico tan ocupado. Así que además de guapo...
inteligente y trabajador.
Él se sonrojó levemente. Era increíble que un chico de su
edad se sonrojara con tanta facilidad, pero yo lo encontraba realmente
estimulante. Mario era un chico honesto y sencillo y esas eran las mejores
cualidades que tenía.
Entonces, nos detuvimos frente a un portal y Mario sacó las
llaves del bolsillo para abrir la puerta. El nerviosismo que se había apoderado
de él se dejó ver cuando se le cayeron las llaves al suelo.
-
Mierda... – murmuró, agachándose para recogerlas.
Con una pequeña sonrisa, me agaché a su lado, le cogí la
barbilla suavemente con los dedos para que me mirara y le besé. Los labios de
Mario eran muy suaves, algo de lo que me había dado cuenta con los otros besos.
Podría estar así todo el día, en serio. Cuando me separé de él, me miró con una
pequeña sonrisa de disculpa.
-
Lo siento... yo... estoy nervioso – dijo en voz baja.
No parecía molestarle el hecho de que le besara en mitad de
la calle, de la calle en la que él vivía, para ser más exactos. Eso era genial.
Había estado con muchos chicos que se negaban a dar y recibir muestras de
afecto en la calle por el miedo a que les tacharan de “maricones”. Estar con
Mario era algo refrescante, en varios sentidos.
-
No te preocupes. Me parece que estamos igual.
-
¡Ni de coña! A ti no se te ve nervioso – dijo con el ceño
fruncido.
Solté una carcajada.
-
Me siento como si fuéramos dos niños de 12 años comprando una
revista porno por primera vez – dije sonriendo y poniéndome de pie.
-
Nunca he comprado una porno – dijo, todavía en voz baja,
levantándose también.
-
Realmente eres como un niño pequeño – dije sin intenciones de
ofenderlo – Es increíble.
-
Lo siento por ser un inocente mojigato – dijo Mario con un
pequeño mohín infantil.
Ese gesto me hizo reír de nuevo.
-
No lo he dicho como si fuera algo malo. Es más, me gusta ese
lado tuyo.
Mario volvió a sonrojarse de nuevo y, para evitar responder
a eso, abrió la puerta del portal y entramos dentro, para comenzar a subir
escaleras. Yo iba siguiéndole, claro.
-
Era mi padre el que me compraba ese tipo de revistas...
-
¿En serio? – pregunté sorprendido. Como mi padre nos había
dejado a mi madre y a mí cuando yo tenía 11 años, nunca se me hubiera ocurrido
que fuera él quien me comprara esas cosas.
-
Sí... hasta que quedó claro que las tetas no me interesaban
para nada...
-
Me alegro de eso... ya que yo no tengo nada ni remotamente
parecido a un par de tetas... – dije sonriendo.
Mario volvió a quedarse callado y, cuando llegamos al tercer
piso, abrió la puerta con las llaves y me dejó entrar dentro.
-
Bueno... pues esta es mi casa.
owo.. a saber que haran esos dos... >.<
ResponderEliminarYa se verá, ya se verá ^^
EliminarLa última frase... Ese magistral despliegue de conociemiento sin par, de deducción imposible y asombrosa, me ha dejado... De verdad, no me lo esperaba. xDDDDDDDDDDD Lo siento, no he podido evitarlo, pero es que el pobre Mario, cuando se pone nervioso, es la monda lironda! xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
ResponderEliminarMe ha encantado, nakama!
JAJAJAJAJAJAJAJA, ains, pobre Mariete, todo nervioso, como una chica virgen xDDD Me encanta jajajaja
Eliminaresto cada vez va a mejor desde que no me pasaba por aqui...
ResponderEliminarme encanta :)
¡Me alegro de que te guste! ^^
EliminarMuy buen cap.... Son tan comicos los dos nerviosos
ResponderEliminarJajaj, gracias ^^ Sí, son monísimos, nerviositos perdidos jajaja
EliminarEsas revistas me las compraba mi padre... jajajaja Me encantan... xD Ellos dos y su padre.... jajaja :D
ResponderEliminarEstá claro que el padre de Mario es el mejor xDDDDDDDDDDD ^^ A mí también ajajaja
Eliminarya m volvi a murisir d verdad 100pre kedo metida y despues lo leo d nuevo 1 y otra vez kyaaaa
ResponderEliminarx cierto espero tngas mas time para subir mas cap saludos
atte: tu fan n°1
Jajajajaja, me alegro de que te guste ^^
EliminarSupongo que hasta el finde o la semana que viene no habrá capítulo >.<